Hace días perdí
en alguna cantina
la mitad de mi alma
más el quince de propina
—Dame otro—Amber azotó el vaso sobre la barra, con su brazo
tamborileando aquí y allá. El barman le sonrió, cómo enternecido y le llenó el
vaso con vodka. Amber tomó todo el líquido de un trago y azotó el vaso de
nuevo— ¡tequila!, dame tequila, maldición.
El barman ignoró la sucia boca de su única clienta (mujer) y le
sirvió un tequila con sal y limón, Amber ignoró tanto la sal cómo el limón, dio
un trago a su bebida y suspiró.
— ¿Cuán feliz eres de ver un montón de gente llena de caca? —tenía la
mirada baja así que el barman no contestó, cuándo ella subió la mirada y
estancó sus enrojecidos ojos café, él supo que esperaba una respuesta.
— ¿Llenas de caca? —repuso— ¿estás llena de caca?
Ella se inclinó hacia atrás levemente, con una expresión sorprendida
en su linda tez de borracha, se bolseó la gran gabardina que traía puesta y
negó diez veces.
—No, no, no caca-caca—aclaró—caca de “me dejaron y doy pena”, caca de
“me engañaron”, caca de “estoy muriéndome de dolor”.
Él la miró detenidamente y pudo notar cómo sus ojos se volvían
acuosos y se desenfocaban de la escena frente a ella.
— ¿Estás llena de esa caca?, de esa no caca-caca, ¿te dejaron y das
pena?, ¿te engañaron?, ¿estás muriéndote de dolor?
Ella lo miró fijo de nuevo, y él se sintió loco cuándo las facciones
de ella parecieron sobrias de momento, hasta que segundos después tiró la
cabeza sobre la barra y comenzó un berreo de borracha.
— ¡Sí! —gritó a través de sus manos, de su pelo que impedían la vía a
su ya de por si ronca voz— ¡si me dejaron!, ¡si doy pena!, ¡si me engañaron! ¡y
sí, me muero de dolor!
Él escuchó el lloriqueo pacientemente, dos años en el puesto de barman
en un bar nocturno en medio de Seúl no eran cualquier cosa. Acostumbrado ya y
curado de sustos ante asaltos, peleas, estafas y por supuesto, señoritas
berreantes y vergonzosas.
Se dio la vuelta y comenzó a secar vasos y copas, poco después el
lloriqueo bajó de intensidad y la voz femenina enronquecida por el alcohol y el
llanto sonó nuevamente.
—Él era cómo un príncipe ¿sabes?, por mucho tiempo pensé que él me
dejaría, pero justo, justo cuando empecé a creer en nuestra relación él…él…—y
el llanto reinició.
No es que sea el alcohol
la mejor medicina
pero ayuda a olvidar
cuándo no ves la salida
—Aquí. Toma y cállate—ella tomó el vaso y apuró el contenido, él le
sirvió otro—emborráchate, intoxícate y no pienses en ese idiota, ¿okay? —le mostró
la seña de ok con su mano derecha mientras con la otra tomaba otro vaso.
—Ok—le imitó ella.
Quince minutos después ella sacó su celular y comenzó a mover sus
fríos y entumidos dedos sobre la pantalla.
— ¿A quién vas a llamar?
—Al imbécil.
James suspiró, con una expresión contrariada en el rostro. Había sido
testigo de miles de dramas románticos, de miles de chicas que se avergonzaban a
sí mismas llamando a ex parejas. Chicos también, pero las chicas se llevaban la
peor parte. Cuándo sopesó la posibilidad de hacerle un favor al mundo y cortar
la llamada que ya había iniciado la chica, la voz carraspeante sonó.
—Kris, maldito.
Y se supo derrotado en la intención.
Hoy te intento contar
que todo va bien aunque no te lo creas
aunque a estas alturas
un último esfuerzo no valga la pena
Los minutos pasaban y ella no gritaba, ni siquiera levantaba la voz,
James dejó ir sus ojos de su trabajo para mirarla hablar por el móvil,
tranquila y serena, el aspecto claramente intoxicado y los ojos rojos la
delataban, pero nada más. Los labios bonitos se movían, diciendo palabras que a
pesar de estar cerca, él no podía oír. Decidió acercarse más, mientras secaba
el mismo vaso por tercera vez.
—Yo…no podía creer que ella te hiciera más feliz que yo, más feliz,
tan feliz, que tú ya no me quisieras. No. No creo que sea tu culpa—la voz llegó
a él de nuevo, las palabras a trompicones, desesperadas por sonar coherentes y
sobrias—mira Kris—repuso ella, haciendo
ademanes con su mano libre—estoy llena de caca ¿okay?, llena de mierda gracias
a ti, así que creo que me merezco mucha, mucha consideración.
James se preguntó si el tal Kris pensaba que la chica hablaba
literalmente. Esperaba que no.
—Yo te di cuánto pude, eso claramente no fue lo que tú querías…no, no
estoy culpándome, ambos sabemos que eres un patán de mierda—James sintió una
carcajada burbujear en su pecho justo cómo el vodka que estaba sirviendo—yo di
todo, todo y más, a ti eso no te gustó, no te gustó nada, no lo quisiste y
decidiste que no era para ti, está bien Kris, yo entiendo. Lo que tengo no es
para cualquiera. Lo único que me lastima…lo sabes ¿no?
La charla se detuvo, ella sostuvo su móvil contra su oído medio
minuto más, entonces dijo “si”, y colgó.
Hoy los buenos recuerdos
se caen por las escaleras
y tras varios tequilas
las nubes se van
pero el sol no regresa
James quería preguntar, pero no sabía si lo que oiría sería coherente
o no, de cualquier manera pasados veinte minutos y dos vasos más de tequila
(uno era vodka, pero ella no lo notó), Amber inhaló cuándo cabía en su pequeño
y borracho cuerpo, luego exhaló con una frase.
—Él sabe. El bastardo sabe lo que ha hecho mal—y miró a James bien,
directo a los ojos, con un tino impresionante tomando en cuenta lo borracha que
debía estar. Sonrió—eso es suficiente…eso me hace feliz. No soy la única llena
de caca, él tiene un poquito, un poquito así—mostró su dedo índice y pulgar a
dos centímetros de distancia—y eso…eso está bien para mí.
James no entendía nada, aun así sonrió correspondiendo los labios delgados
cubiertos de sal, limón y tequila, de cierta forma aliviado de saberla mejor
que antes.
Tal vez no con menos caca, pero si con mejor ánimo. Intoxicada,
desarreglada y fuera de casa en un bar sin nadie al lado pero, con mejor ánimo.
—Amber—Liu abrió los ojos ante el sonido de su nombre—despierta, ya
llegaron por ti.
Amber se incorporó en el banquillo, sintió su cuello y espalda crujir
mientras una intensa recién nacida resaca golpeaba contra sus sienes.
—Lamento mucho haberlo molestado, ella nunca había hecho esto
antes—Amber creyó reconocer la voz de Victoria, la voz preocupada y maternal
que últimamente escuchaba a menudo.
—No pasa nada. Hoy no fue una noche ocupada, así que cuidarla no fue
difícil, no se preocupen.
—Muchas gracias por llamarnos—llegó la voz de ZhouMi—estábamos muy
preocupados.
—No pasa nada.
—Vamos Amber, levántate—sonó de nuevo Victoria mientras una mano
tomaba el brazo de Liu instándola a erguirse—vámonos ya.
Amber se paró sobre sus propios pies no supo cómo, y los brazos tanto
de Victoria cómo de ZhouMi la auxiliaron en la momentáneamente desconocida
habilidad para caminar sin que el piso se mueva.
—Vámonos—apuró Song.
— ¡Esperen! —llamó una voz sin nombre pero que definitivamente Liu
había escuchado antes—toma, guárdalo.
Amber sintió que alguien deslizada algo entre sus dedos y entonces,
su noche acabó.
Es la mejor solución
para el dolor de cabeza
Despertó con la cabeza pesada, con los recuerdos de la noche anterior
en modo de resaca, sintiéndola en la boca, el cuerpo y el espíritu.
Se recostó, lanzando un gran suspiro lleno de arrepentimientos con
olor a limón.
Su móvil sonó desde su lugar en la mesa de noche, gruñendo se estiró
y lo tomó.
Un mensaje.
Kris.
Quiero que sepas
que lo siento. Ni siquiera tuve que pensarlo detenidamente, tengo los
sentimientos que tengo y no hay nada que pueda hacer al respecto, pero bajo
ninguna circunstancia debí herirte. Lo lamento mucho.
Los resecos labios de Amber se abrieron y sus ojos aumentaron de
tamaño, no podía creerlo ¿qué pasaba allí?, su ex novio reconocía su error y
mostraba al fin algo de compasión hacía ella, Amber recordó desear inmensamente
aunque sea una bendita disculpa después de que él desgraciado le jugó sucio,
pero nunca la creyó posible.
Kris era un imbécil que pensaba que él mundo giraba alrededor de él,
y que él tenía derecho sobre todo y todos. ¿Qué demonios?
Revisó sus llamadas recientes y oh oh, había llamado al imbécil por
más de quince minutos (adiós saldo del móvil, adiós), luego una llamada rápida
de tres minutos al número de Victoria, y la última llamada la más reciente,
había sido hecha a un número que Amber no reconocía y que estaba guardado bajo
el nombre “James”.
Amber no conocía a ningún James, Amber ni siquiera gustaba del nombre
James, Amber no…oh.
El barman.
El barman estafador que intentó hacerle pasar vodka por tequila
creyendo que estaba ya muy borracha cómo para notarlo, y que le dio limones
ridículamente pequeños, el maldito barman…
Se volvió y un tintineo sonó contra el metal de su cinturón, al
moverse sobre la cama notó algo cristalino.
Era un vaso. Un caballito. Un vaso para un one-shot.
Adentro había una nota rápidamente garabateada, la pescó con los
dedos y leyó.
Aquí tomaste tu
tequila esta noche (y algo de vodka), ten, te lo doy. Leí una vez que después
de la noche más miserable, sólo queda felicidad así que no pierdas este vaso,
es tu fortuna, bebe de él hasta que tengas 100 años.
Llámame cuándo
lo hagas.
James.
Y tras varios tequilas
las nubes se van
pero el sol no regresa
Arrugó la nota entre su mano cuándo un dolor repentino le golpeó la
cabeza, aun así pudo sonreír entre el dolor y sintió la sal y el limón sobre
los labios cuándo se los mordió.
El sol no regresa, de La 5a Estación.