Henry lanzó un bostezo, estiró los brazos y buscó sus ojos con las manos para librarse del sueño. A su lado derecho Amber dormía, con los brazos alrededor de una almohada y del otro lado, una pila de libros se alzaba, los libros que Amber leía por placer, cientos de páginas llenas con novelas de suspenso que tanto hacían estremecer a Henry cuándo se aventuraba a leer alguna.
Henry
se levantó de la cama e inició un recorrido por enésima vez alrededor de la
habitación; era bonita, tenía luz, buen espacio, un baño amplio, dos camas
individuales, paredes pintadas de blanco y el techo bañado en azul cielo con
manchas blancas aparentando ser nubes, en la esquina del techo reposaba una
frase; “Si puedes soñarlo, puedes
crearlo”. Bastante inspirador y atractivo, le agradaba la idea de que Amber
fuera a pasar el resto del año viviendo allí, estudiando, preparándose…aunque
la vería menos, si, su tiempo juntos sería menor, con ella ahora también en la
universidad, sería más difícil. Irían a la misma universidad pero en distintas
carreras, para verse, tendrían que cruzar un extenso campus y miles de seres
universitarios.
Suspiró,
diciéndose que no era bueno anticiparse, no. No podía comenzar a extrañarla
desde ese momento, o sería más doloroso aún.
Se dio
ánimo, chocó sus manos una contra otra y se acercó a la única caja que faltaba,
esperando a ser ordenada con cosas de Amber dentro. La abrió; encima de todo el
tumulto de cosas acomodado lo mejor posible, se encontraba el pequeño peluche
en forma de Snoopy que él le había regalo cuándo cumplieron un año de novios.
Se dijo que era obvio, que Amber no iba a dejar atrás un recuerdo así de los
dos, pero verlo con sus propios ojos lo emocionó.
Se
volteó a ver a su novia aún dormida, con una sonrisa bobalicona en la cara.
Ella
lo tenía, oh si, lo tenía profundamente enamorado, perdido y estúpido.
Tomó
el peluche y lo acomodó en la repisa encima de la cama, y lo hizo así con todos
los demás peluches que yacían en la caja, la mayoría regalos hechos por él.
Puso el peluche de la pequeña llama color blanco junto al Snoopy y un peluche
de corazón entre los dos.
De
haber estado despierta Amber, ella habría impedido aquel trio cursi con un solo
manotazo. Pero ella estaba dormida, así que…
Fue
directo al guardarropa de Amber, ya acomodado, buscó el vestido blanco que él
le había regalado y que ella había usado sólo una vez, a petición suya y en el
cumpleaños número veinte de Lau. Lo colocó hasta el frente, fue al pequeño
escritorio y garabateó una nota, volvió al guardarropa y dejó la nota sobre el
vestido.
Luego
regresó a dónde estaba Amber, con una sonrisa de satisfacción.
Se
sentó en un rincón de la cama y la observó dormir. Su pecho bajaba y subía,
fruto de su respiración pausada, los bonitos labios estaban entreabiertos, y
las pestañas negras tintineaban apenas un poco.
Acercó
su mano y delineó las líneas de su rostro; la nariz, los labios, las cejas, los
parpados cerrados, e iba a robarle un tierno beso a esos labios dormidos cuándo
el celular de Amber sonó. Chistó y fue a callarlo con rapidez para que el
sonido no despertará a Liu, se alivió cuándo apagó el sonido y Amber no movió
ni un músculo.
Cuándo nuestro hijo llore por la
noche seguramente ella no se despertará y seré yo quién siempre tenga que ir, se permitió pensar, con todas esas
nubes esponjosas volando por su mente, llenas de sus anhelos.
Regresó
su atención al teléfono, cómo papel tapiz, estaba Amber junto con todos sus
amigos de curso, abrazándose y algunos con ojos rojos y caras sonrojadas. Amber
no había llorado en su fiesta de despedida, lo único que quería era pasarla
bien con sus amigos, sin embargo lo hizo cuándo Henry la recogió luego de la
fiesta, lloró muchísimo y Henry no la culpaba.
Entrar
a la universidad y dejar a sus amigos atrás fue también muy duro para él,
porque de repente comienzas a estar demasiado ocupado, queriendo mucho y
haciendo poco. Lo entendía, así que la abrazó hasta que ella detuvo su llanto.
Ahora
que lo recordaba, debido a aquel llanto ya no pudo preguntarle a Amber cómo fue
su fiesta, umh pero seguramente ella
habrá tomado fotos, se dijo, y voló de inmediato hasta el archivo de
fotografías.
Ailee
abrazando a Amber mientras hacía un puchero lastimero, Luna con la cara
escondida en la curva del cuello de Amber, mas las mejillas eran levemente
visibles, llenas de lágrimas. Luna siempre había sido muy sentimental.
Luego
Amber y Krystal, con los signos de paz en la mano y Henry pudo divisar, Krystal
se había esforzado por no romper a llorar. Lo que era el orgullo de la señorita
Jung.
Más
adelante Amber y Sulli, Amber y Min, Amber y Jia, Amber y Fei, Amber y Suzy,
Amber abrazando a Key —para casi disgusto de Henry—, Amber junto a JongHyun,
quién tenía los ojos rojos, Amber junto a ese chico guapo MinHo, Amber junto a
Onew, Amber junto a TaeMin, Amber junto a aquellos doce chicos a los que Henry
no tenía mucha confianza porque todos parecían estar enamorados de su novia, en
especial el más alto, Kris. Pero allí estaban, con sonrisas grandes y ojos
rojos.
Y al
final, Amber junto a todos.
De
alguna manera se las arreglaron para caber todos juntos en una misma foto,
Henry no sabría decir cómo.
Pero
notó que todos los que estaban cerca de Amber, buscaron abrazarse a ella lo más
posible, ella era muy querida, él lo sabía, realmente lo sabía porque formaba
parte del gran escuadrón que la amaba.
En
otra foto se encontraban solo Kris y Amber, y Kris miraba a Amber cómo sabía la
miraba también él. Sus celos no querían admitirlo, pero Kris era un gran chico,
lo había visto interactuar con su novia un par de veces y él era realmente
cuidadoso con ella, la trataba tiernamente, casi cómo a un amor platónico de
porcelana.
Henry
entonces se sintió ambicioso, con tantas personas queriendo a Amber de muchas
maneras, él se había propuesto tenerla sólo para él de la manera más romántica
posible.
¿Cómo
puedes ser tan egoísta Henry Lau?
Nunca
había notado a la gran cantidad de personas que hizo a un lado, queriendo a
Amber para si.
Pasó a
otra foto, y esta resulto ser una frase, una de las favoritas de Amber;
“Aceptamos el amor que creemos merecer”.
En ese
momento un suspiró se escuchó, Henry volteó para encontrarse a Amber
incorporándose lentamente. Sonrió de inmediato y se sentó a su lado.
—Hola—saludó.
—Hey—respondió
Amber, con una sonrisa somnolienta en la cara— ¿cuánto tiempo dormí?
—El
suficiente cómo para que tu adorado novio arreglara la última caja.
—Wow—exclamó
ella, con una exagerada admiración—debí dormir mucho.
Henry
entrecerró los ojos y apretó los labios. Amber rio un poco.
—Heeey,
pero apuesto a que de verdad dormí mucho ¿no?
Henry
quitó su cara de falso enojo y asintió con entusiasmo.
Amber
iba a incorporarse para hacer no-sé-qué, cuándo Henry la abrazó, la envolvió
entre sus brazos y la mantuvo contra la cama.
—Hey
bro, ¿qué te pasa? —cuestionó Amber, completamente cómoda con el poco espacio
personal que Henry le había dejado.
—Quiero
abrazar a mi novia—contestó Lau con simpleza, se acomodó en la cama y afianzó
aún más el abrazo, cuándo Amber alzó una ceja, él alzó las suyas y le besó la
mejilla.
—Bien
jovencito, hoy estás raro—replicó Amber, aunque tenía una sonrisa en los
labios.
Henry
entrelazó sus manos con las de su novia y buscó con su boca la curva tibia de
su cuello, cuándo la encontró, depositó un beso y dejó allí sus labios.
—Hoy
me di cuenta de algo.
— ¿De
qué? —preguntó ella, junto con un suspiro de comodidad y confort.
—De
que debo tener un ego enorme.
Henry
apretó entre sus brazos a una Amber confundida.
— ¿Por
qué? —cuestionó al fin ella.
Henry
sonrió, pegó su mejilla contra la de su novia, y respondió.
—Porque
el único amor que creo merecer es el tuyo, y ese es un gran, gran amor.
Amber
no hizo nada por un momento, luego sonrió y Henry le besó la mejilla y luego la
barbilla.
—Si.
Un genial amor—fanfarroneó ella.
Henry
llevó sus manos hasta la pequeña cintura y le besó el oído, la sien, la mejilla
y una parte de los labios.
—Quédate
conmigo—pidió Henry.
Amber
asintió y al fin volteó el rostro para besar a Henry apropiadamente.
Habían
pasado ya dos horas desde que Henry se fue. Su compañera de habitación no había
llegado aún y era ya tarde, así que supuso que no se trasladaría ese día,
después de todo el resto de la semana era libre para incorporarse al edificio
de habitaciones.
Ella
se había instalado allí desde el primer día más que nada por Henry. Su infantil
novio que quería tenerla lo más cerca posible, estando él en el edificio de
habitaciones masculino.
Fue a
su guardarropa, sólo por hacer algo, y lo vio.
El
vestido blanco que Henry le había comprado yacía al frente, opacando a los
pantalones, los pans, las camisas flojas y las bermudas.
Sonrió
completamente tomada por sorpresa con aquello. Entonces notó la pequeña nota
que acompañaba al vestido. La tomó y comenzó a leer.
Me
gustaría alguna otra vez ver a mi novia en este vestido.
Ella
luce hermosa con cualquier cosa, pero a mí realmente me gusta ver sus piernas
en un vestido cómo este, y si, llámame pervertido.
Vamos
a cenar mañana, ¿si?
Si
usas esto, me harás muy feliz.
Y si
lo acompañas con unas enormes e incomodas zapatillas, entonces podré ayudarte a
caminar, o incluso cargarte, ¿qué dices?
Lanzó
una risotada. Henry de verdad era caprichoso, pero considerado. Sabía que lo de
las zapatillas era broma, Henry sabía de más que ella podía caminar con tacones
enormes si así lo quisiera.
A
Henry le gustaba su estilo, pero era porque ciertamente sus estilos eran
similares.
No
tenía nada de malo entonces, complacerlo un poco, ¿no?
Se
mordió el labio, tratando de decidir que hacer. Su celular sonó de improviso.
Era un
mensaje de Henry.
Si
usas el vestido no voy a dejar de besarte~~
*3*
Amber
sonrió, cerrando su celular.
Ya
sabía que hacer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario